El Madrid muerde pero no mata

Extraño y polémico partido el que hemos vivido en el Etihad Stadium. Fue insólito porque vimos al Madrid maniatado por la circulación británica y perdonando a su rival, hechos no coincidentes con el ADN del club español.

Los “verdes” tenían en mente el objetivo de finiquitar el encuentro en los primeros minutos y estuvieron a punto de ello, pero pecaron de bondadosos y la balanza se desequilibró.

Tras una oportunidad de Coentrao y Benzema, fue el propio francés, el gato, el que maulló en tierras inglesas, zafándose de la defensa citizen y aprovechando la cuajada de Hart, remató el centro de Di María sin oposición.

El Madrid empezó pisando fuerte y no tenía en mente pisar el freno: un Khedira disfrazado de ´9´, una vaselina de Cristiano salvada bajo palos y las típicas contras merengues fueron las pruebas del rodillo madridista. Hasta ahí se extendió la hegemonía sobre el equipo de Mancini, el cual, consciente de lo que se jugaba él y su equipo, modificó el esquema, colocando a Zalayeta en la banda izquierda y desplazando a Kolarov al centro del campo, zona con unas lagunas inmensas aprovechadas por los jugadores de Mourinho.

A partir de aquí, la bestia citizen despertó y empezó a amenazar la portería madridista; el codiciado Silva comandó la ofensiva inglesa, llevando la batuta junto a Toure Yaya y  dando movimientos y paredes con las referencias locales, Agüero y Dzeko.

El asedio local no se desvaneció por el descanso, sino que se prolongó durante la segunda parte; el City empezaba a cocinar el gol, aunque todos sabemos la calidad culinaria británica; lo intentaron de todas formas posibles, pero su escasa precisión y la gracia divina de Casillas, que devolvió la fe a la parroquia blanca y enmudeció las críticas sobre su rendimiento al interceptar el tiro a bocajarro de Agüero.

Además de la equipación verde del Madrid, había otro elemento fundamental que se asociaba con este calificativo: el árbitro. Gianluca Rocchi señaló, o más bien se inventó, un penalti de Arbeloa a Agüero, encendiendo la cólera en la escuadra de la capital con el futuro empate y la expulsión del madridista.

Los locales ansiaban la victoria e iniciaron el segundo proyecto de asedio, aunque este episodio tuvo menos éxito del anterior, y eso que no era fácil; es más, fue el Madrid el que protagonizó las ocasiones más claras con sus contras gracias a un City volcado arriba.

Así se llego al final, un final prolongado por los 5 minutos de añadido inventados por el colegiado, dejando al Madrid segundo de grupo mientras que Mancini y su equipo siguen con su desastrosa andadura europea que se extiende por 2 años.