El Málaga se hace oír en Europa

El Málaga se hace oír en Europa

jueves 16 de octubre de 2014, 19:11h

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El equipo blanquiazul pasó a cuartos de final tras vencer al Oporto (2-0)

Noche de pasión. Noche de fiesta. Noche de ensueño. Noche de lágrimas. Una noche que muchos no olvidarán jamás. El Euro-Málaga consiguió un pase a unos cuartos de final de la Champions por primera vez en su historia, toda una hazaña para la entidad.

La ciudad rebosaba de alegría viendo a su Málaga disputar un partido de la máxima categoría continental y el equipo no falló. Pero el arranque costó y se notó. El Oporto se erigió como el dueño del encuentro con un gran despliegue físico, pero que se acabó fraguando cuando en el minuto 35, el Málaga volvió en sí y a partir de ahí mantuvo un buen nivel de juego.

La consigna del inicio fue de no encajar goles y tratar de conseguir al menos un gol en los primeros minutos de partido, pero no fue así. El Málaga no apareció por el partido durante los primeros 35 minutos, que fue entonces cuando empezó a carburar la maquinaria malaguista. El Oporto, se mantuvo fiel a su poderío físico, cerrando espacios y sin conceder ningún palmo de terreno al rival. Unido a tal despliegue, el conjunto portugués empezó a ejecutar una serie de faltas muy duras a los jugadores malaguistas y las tarjetas se acumulaban. Sin embargo, un gran disparo de Antunes en el 35´´, despertó al Málaga del letargo por el que ondeaba.

En el minuto 39, llegó un error gravísimo del colegiado italiano, Nicola Rizzoli, el cual anuló un gol legal a Saviola, sin saber exactamente el por qué. Lo único que se vio en la jugada, fue un penalti claro sobre Baptista cometido por Danilo. El estadio, abrumó con cánticos a un hombre no muy querido por la Costa del Sol, no era otro que el presidente de la UEFA, Michel Platini. El mismo que castigó al Málaga hace unos meses atrás, en no participar el próximo año en competiciones europeas, sino se resolvían ciertos impagos a jugadores.

El partido comenzó a jugarse en territorio portugués y fue cuando de la nada, apareció un “Golden Boy” que con un sutil quiebro se fue de Lucho González y con un zapatazo rompió las telarañas de la portería defendida por Helton. Ese “chico de oro” no era otro que Isco, el joven jugador malagueño encandiló a la Rosaleda y a Europa con su juego y su arte. El elegido como mejor jugador sub-21 de Europa demostró que en los grandes partidos aparece. El éxtasis llegó a la Rosaleda que vio como la eliminatoria estaba igualada.

El segundo tiempo no pudo empezar mejor para el Málaga. Cuando apenas habían transcurrido 3 minutos de la reanudación, un desborde de Joaquín provocó la expulsión Defour, tras una dura entrada por detrás.

El Oporto se quedó con 10 jugadores y vio como se le ponía el partido cuesta arriba. El gol estaba cerca, las ocasiones llegaban. Los de Pellegrini entraban como aviones y para contrarrestar tal ofensiva, el entrenador portugués dio entrada a un defensa, Maicon, para evitar tal sangría.

Pero no consiguió evitar la locura que se desató en La Rosaleda el minuto 77. Un hombre que ya se encargó de tumbar al Madrid en el mismo escenario meses atrás en Liga, volvió de nuevo para dar el pase al Málaga a los cuartos de final de la máxima competición europea. Ese hombre no es otro que el paraguayo Roque Santa Cruz, que cabeceó a la red un córner sacado por Joaquín. El verdadero éxtasis llegó con el tanto de Roque; La Rosaleda lloraba de emoción pero todavía no se había conseguido nada.

La defensa se mostró muy segura de sí misma con dos titanes al mando, Demichelis y Wellington que estuvieron imperiales en defensa, no concediendo oportunidad al ataque portugués. Dos correcaminos en el medio, con Iturra y Toulalan, que corrieron y robaron como nunca y el artista del proyecto; Isco, una perla emergente que está buscando su sitio en Europa.

Los últimos minutos del partido fueron brutales, con el Oporto metido en campo del Málaga. Pero después de un par de sustos y un gol anulado a Jackson Martínez y otro a Maicon, la afición respiró y cuando el árbitro concluyó el partido, se echó a llorar de emoción por lo que suponía estar entre los 8 mejores equipos de Europa, un hito en la historia del malaguismo y que permanecerá en los anales de la historia de la ciudad, del club y sobre todo, del número 12; su afición.

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