Bayern Munich 4 - 0 Barcelona

Bayern Munich 4 - 0 Barcelona

jueves 16 de octubre de 2014, 19:11h

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La apisonadora bávara hunde a los culés en las semifinales.

No pudieron hacer nada los blaugranas contra la maquinaria alemana. El Bayern dominó de principio a fin, como bien sabe hacer y tiene acostumbrado a Europa.  Destrozó al rival en todas las facetas; el Barça desapareció en ataque ante la excelencia del sistema alemán, contundente en defensa y ayudado por las coberturas de Ribery y Robben. Se fueron los locales con un solo tanto al descanso de Muller, pero en la segunda parte todo cambió. Müller de nuevo, Robben y  Mario Gómez ponían un 4-0 para que cualquier opción culé de llegar a la final se desvaneciese.

Miedo. Mucho miedo. Eso es lo que transmite el Bayern a toda Europa. Si no son campeones de Europa a finales de temporada, el fútbol sería injusto con ellos. Se impusieron con “facilidad” a los culés, invisibles en el campo. No generaron ninguna ocasión, con un Messi en otro mundo, desconocido; solo Iniesta pudo aparecer en ataque, aunque el peligro fue nulo, como todo su equipo. Por parte de los bávaros, no es posible destacar a un jugador porque todos estuvieron perfectos: los extremos realizaron una cobertura perfecta a los laterales, Schweinsteiger,  omnipresente, Javi Martínez, impresionante, imperial. Si a todo eso le sumamos el poderío en el juego aéreo alemán, apaga y vámonos. Precisamente de un balón por alto vino el primer gol cuando Dante se elevó como nunca para rematar la pelota, aunque desviada, pero cayó a los pies de Müller, que batió a Valdés y ponía patas arriba el Allianz Arena.

Cualquier halo de esperanza culé se disipó con el tanto del delantero alemán, que marcaba el inicio de la perfecta maquinaria teutona. Creando peligro por sus incisivas bandas y neutralizando cada ataque con un centro del campo sencillamente excelente. Javi Martínez y Schwensteiger se hicieron cargo del denominado ´trabajo sucio´ para robar todo balón y ralentizar las combinaciones blaugranas. No solo es un rodillo ofensivo, también repele cualquier ataque del rival sin contemplaciones. Llegaba el final de la primera parte y el Barça se retiraba desdibujado, sin saber cómo reaccionar y qué hacer, sin un general que les dirija la batalla y lo más importante: sin Messi.

Muchos aficionados culés podían pensar que era necesario el descanso; que su equipo podía salir con una mejor cara tras analizar los fallos cometidos. No iba a ser así. Otro balón aéreo lo aprovechaba el ariete Müller, que volvía a poner en evidencia a la defensa culé al rematar completamente solo con Valdés. 2-0. La bestia despertaba y nadie sabía de lo que se avecinaba. Los dos goles engrasaron la maquinaria bávara, mientras que el Barcelona no sabía por dónde ni cómo causar peligro al equipo perfecto. El banquillo de Tito no ayudaba para nada, ya que el bajo rendimiento de Villa o Cesc no podía recuperarse en un partido como este. Para ellos, solo quedaba que restasen los minutos lo más rápido posible sin que aumentase la sangría de goles. Sin embargo, la famosa artillería todavía tenía unas balas guardadas. Robben disparó primero y Müller después para cerrar la ida y casi la eliminatoria. Tito movió ficha con el banquillo, pero ya era demasiado tarde. La fiesta ya comenzó en el Allianz y mucho tiene que cambiar las cosas para que no continúe la próxima semana en la capital de Baviera. Europa tiembla.

Messi y Busquets, no presentados

Si podemos nombrar a dos jugadores claves en el sistema culé, esos son el número 10 y 16. Uno ofensivo y otro defensivo, pero hoy totalmente desaparecidos. Ya podemos achacar una mala condición física o una lesión, pero es la verdad.  Si tratásemos su rendimiento con una nota, sería la de no presentado. Su equipo los echó en falta, no saben cómo. El primero de ellos es la dinamita del Barça, el que soluciona los problemas, el que es capaz de marcar todos los goles que no hacen el resto de delanteros de su equipo. Si no está ni si quiera en 10 minutos del partido, es muy difícil que el equipo funcione y se vaya arriba en el marcador, algo imposible visto lo visto. De ´Busi´ qué podemos decir. Él es el eje de este equipo, el que lo equilibra. Gran parte de la posesión de su equipo pasa por sus recuperaciones de balón, vitales y que no se produjeron en el partido. Podemos volver a acusar el bajo tono físico del equipo en general o el rápido ritmo del partido, elemento que incapacitó al canterano a robar y que su equipo disfrutase de esas posesiones que desean. Sea como sea, si quieren dar por lo menos algún susto en el Camp Nou, deberán acoger el protagonismo del partido. Ellos lo saben y parte del partido pasa por su rendimiento dentro de él.

Arbitrajes lamentables

Dicen que es muy difícil ser árbitro, pero lo que se vivió en el partido es una falta de profesionalidad. Si alguien es capaz de buscarle una función a los árbitros de fondo, bienvenida sea. Cinco colegiados, cinco jueces repartidos por el terreno para que no señalen un fuera de juego o un penalti como una catedral. El pésimo nivel ya lo pudimos ver en el partido que disputó el Málaga en Dortmund, donde se comieron dos fueras de juego clarísimos (uno más claro que otro, vale).

Las palabras de Infantino dejan en evidencia a la UEFA y todo el organismo arbitral. Se vuelve a demostrar que el nivel de los árbitros es de Tercera, con todos los respetos a dicha categoría. Si no son capaces de pitar dos manos claras dentro del área del Barça; si no son capaces de señalar un fuera de juego de Gómez que remata a quema ropa contra Valdés; y si no ven una obstrucción, o mejor dicho bloqueo de baloncesto, de Müller en el tercer gol de Robben, pues es obvio que algo tiene que cambiar. No se puede permitir estos fallos en una semifinal del campeonato de clubes más importante del mundo. Infantino, recapacite.

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