La Sesión de Control al Gobierno ha sido un dialogo de besugos

La Sesión de Control al Gobierno ha sido un dialogo de besugos

jueves 16 de octubre de 2014, 19:11h

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Hoy se ha vuelto a mostrar en el Congreso de los Diputados en qué consiste una sesión de control del gobierno en España y se resume en diálogos de besugos. Así ha sido a la hora de debatir todos los puntos del día.

La interpelación socialista dirigida al presidente del Gobierno en la que la portavoz del grupo de la oposición, Soraya Rodríguez, le acusaba de mentir en sede parlamentaria y la encargada de poner la cara en la ofensiva socialista, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha hecho oídos sordos y eso a pesar de que por primera vez en el parlamentarismo español la oposición ha dirigido una interpelación directa al presidente del Ejecutivo y  no solo no la ha respondido; ni siquiera ha estado presente en el Hemiciclo.

En su nombre, la vicepresidenta ha empleado un tono duro,  muy duro, en sus dos intervenciones durante el debate que ha sostenido con Soraya Rodríguez, portavoz socialista y mientras ésta ha hecho un relato crítico de las contradicciones de Rajoy en su intervención el pasado 1 de agosto ante el pleno de la Cámara baja para hablar sobre el caso Bárcenas y los datos conocidos posteriormente tras las declaraciones de los ex secretarios generales del PP, Arenas y Álvarez-Cascos, y la actual titular, María Dolores de Cospedal, así como respecto a los datos que figuran en el sumario,  Sáenz de Santamaría ha optado por la estrategia que afirma que no hay mejor defensa que un ataque.

Aparte de no decir nada sobre el contenido de la interpelación, ni citar el nombre del ex tesorero del PP, algo muy habitual en su partido, ha amenazado a la bancada socialista con airear el caso de los ERE en Andalucía, también sin citar, o la posible implicación de los expresidentes andaluces Chaves y Griñán.  Y de paso les ha sugerido que si quieren "quitar a un presidente elegido por los ciudadanos utilicen la única vía, la moción de censura", expresión que pronunciaba con un evidente y sonoro retintín tras las varias amenazas con este recurso de la bancada socialista.

Ese ha sido el punto culminante de la argumentación de la vicepresidenta, visiblemente molesta. Para rechazar de plano la catarata de acusaciones que tanto socialistas como el resto de la oposición han vertido sobre Rajoy y todo el PP por el caso Bárcenas no ha encontrado otro camino que la descalificación.

"Ustedes utilizan el Congreso de los Diputados como cámara de representación teatral; la utilizan para instruir y juzgar cuando lo cierto es que tienen ustedes a varios de sus miembros pendientes de aclarar cuál es su situación judicial", ha dicho con sorna y gesto adusto.

De nada han servido ni los argumentos ni los datos con soporte documental que ha esgrimido la diputada interpelante, Soraya Rodríguez, quien en la réplica se ha sentido también contrariada por el tono que ha empleado la vicepresidenta.

"No hace usted caso de la grave acusación que supone que un presidente del Gobierno mienta en sede parlamentaria", ha dicho. En consecuencia, la portavoz socialista ha anunciado que la próxima semana su grupo va a presentar "una moción para que la mentira del presidente del Gobierno no quede sin castigo", ha añadido.

En su opinión. La actuación de la vicepresidenta del Gobierno en el debate no tiene otra definición que aquella que sentencia que "quien calla, otorga".

En el turno de cierre del debate la vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha emplazado a los socialistas a que "rectifiquen" y abandonen su estrategia de "romper todos los puentes" y finalmente, como recordando lo que el próximo Consejo de Ministros va a aprobar, ha conminado al PSOE a respaldar las 43 medidas contra la corrupción que este próximo viernes se dispone a aprobar el Gobierno en la reunión del Consejo de Ministros.

"Si tienen interés de combatir la corrupción tienen una ocasión para negociar con el Gobierno ese paquete de medidas", ha dicho. Eso sí, siempre que sea posible "porque la verdad es que ni entre ustedes se aclaran sobre temas de trascendencia", en alusión al asunto sobre el derecho a decidir en el que el PSOE discrepa del PSC.

Gallardón también sabe cómo ignorar al que le interpela y ser cínico

El intento de la Izquierda Plural (IU-ICV-EUiA y Cha) por volver a llevar al congreso de los Diputados el caso Bárcenas después de que el presidente, Jesús Posada, se viera obligado a aceptar una interpelación sobre corrupción y regeneración democrática no ha surtido el efecto esperado.

Ni por parte del portavoz adjunto de la coalición, José Luis Centella, cuyo discurso se ha limitado a acusar nuevamente al Gobierno de haber perdido la legitimidad por la trama de financiación ilegal, ni por parte del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón ─que ha sido la voz del Ejecutivo─, quien ha hecho suyo el discurso de la "honestidad" de Rajoy y ha cumplido el expediente con una oda cargada de cinismo a los supuestos logros del presidente en la lucha contra la corrupción.

Gallardón, de hecho, ha llegado a afirmar durante su segunda intervención que "este Gobierno ha hecho de la lucha contra la corrupción una absoluta prioridad". Algo que, teniendo en cuenta el obstruccionismo que ha mostrado su partido, no sólo ante la justicia, sino en la Mesa de Portavoces, evitando a toda costa que el apellido Bárcenas resonara en los escaños, resulta cínico, cuanto menos.

Centella ha atacado al Gobierno por el flanco de la mayoría absoluta y le ha espetado a Gallardón que "lo grave es que a ojos de los ciudadanos, según dicen las encuestas, tenga más credibilidad un señor que está en la cárcel que el presidente del Gobierno. La mayoría absoluta les podrá hacer ganar votaciones pero no va a cambiar la realidad. Podrán seguir jugando al frontón, podrán seguir diciendo que somos cómplices de un presunto delincuente pero al final la realidad se terminará imponiendo".

La directiva del PP 

El dirigente de IU ha reflexionado sobre las medidas que su grupo ha propuesto y que el Ejecutivo ha bloqueado. Por ejemplo, lo que se refiere a las donaciones de empresarios a los partidos políticos.

"En mi tierra se dice que quien paga manda. Quien lo hace manda en la vida y en la política. Viendo la lista de donantes del PP sabemos quién conforma la directiva del PP. Vemos cómo grandes empresarios, los que regatean con sus trabajadores hasta el último euro, son muy generosos con su partido. ¿Alguien cree que un empresario puede dar un euro a cambio de nada? Acabemos con las donaciones de empresas a los partidos para que de esa manera nadie pueda llevarse a engaño", dijo.

Centella también recriminó la negativa del Grupo Parlamentario Popular a que hubiera en el Parlamento una comisión de investigación que aclare "cómo se han financiado los partidos en estos últimos 20 años". "Nosotros estamos al lado de los que quieren que se investigue. A ustedes, a nosotros y a todos. Ustedes decidirán si están del lado de la transparencia o de la ocultación y la complicidad [...] No habrá credibilidad en el futuro si no se investiga lo que ha pasado", afirmó.

Gallardón, sin embargo, ha optado por hablar como si la corrupción no fuera ni con él ni con su partido y en líneas generales y triunfalistas ha hablado del compromiso del PP en la lucha contra la corrupción, llegando a afirmar que "éste ha sido el Gobierno que más se ha empeñado en luchar contra la corrupción en la historia de la democracia".

El ministro a continuación ha pasado a enumerar una serie de decretos y modificaciones del Código Penal que según él harán de nuestro país un lugar más transparente para llegar a la conclusión de que "el problema es grave pero el estado de Derecho ha hecho frente a la agresión. Este partido que se siente orgulloso de haber contribuido a la democracia, estamos convencidos de que la honestidad personal y en toda su actuación pública de Mariano Rajoy es un orgullo para esa mayoría ética de ciudadanos que reclama acabar con la corrupción".

Salirse por la tangente

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, por su parte ha echado mano de manual hoy para zafarse del asunto peliagudo de Cataluña durante la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso de los Diputados cuando tanto el portavoz de los nacionalistas catalanes de CiU, Pere Macías, como el líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, le han conminado a mover ficha tras el éxito de la cadena humana de la Vía Catalana celebrada el pasado miércoles para reivindicar el derecho a decidir de los catalanes sobre su vinculación con España.

Rajoy ha optado por repetirse en sus palabras y promover "el diálogo como el mejor instrumento para solucionar los problemas". Y para muestra ha esgrimido la filosofía de la carta remitida el pasado sábado al presidente de la Generalitat, Artur Mas, en la que reivindica el diálogo como piedra filosofal. Pero no ha añadido más, salvo su apelación a que ese diálogo debe obligar a que "todos debemos actuar con responsabilidad, lealtad institucional y respeto al marco jurídico".

De ahí no se ha movido ni un ápice. Y tanto es así que le ha sobrado minuto y medio, de los dos y medio que disponía, para explicarse. Así ha ocurrido en el debate con Pere Macías, el portavoz de CiU.

Porque con Rubalcaba no ha estado tan comedido; No ha sido la primera vez que ha empleado este método para responder al líder socialista. "Usted como secretario general de su partido lo primero que tiene que aclarar es si su formación está a favor del derecho a decidir", ha dicho Rajoy dirigiéndose a Rubalcaba.

Y es que en opinión del líder socialista, la situación requiere "abordar cambios en la Constitución para que el Senado sea una cámara territorial, incorporar las identidades de las comunidades, entre otras actuaciones. Ya no es tiempo para mirar hacia otra parte, señor Rajoy", ha dicho el líder socialista, a lo que Rajoy ha respondido preguntándole qué tipo de reforma de la constitución propone.

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