El escaño o la vida

El escaño o la vida

Por: Laura White

jueves 16 de octubre de 2014, 19:11h

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Hoy en día no estamos acostumbrados a las dimisiones. Parece la acción política maldita, la palabra innombrable: DI-MI-SIÓN.

Parece la acción política maldita, la palabra innombrable: DI-MI-SIÓN. Es raro que nadie se vaya de su puesto, sobre todo si es privilegiado, por cualquier causa, y en este país lamentablemente las causas las tenemos de todos los colores. Luego hay acontecimientos que nos pasman y nos asombran, pero que nos gustan porque, por fin, alguien se toma con coherencia su puesto. En política es la ley de “el escaño o la vida”. La mayoría prefieren estar muertos política y públicamente pero perpetuarse en el puesto antes que abandonar su asiento. No sea que venga otro más rápido y le diga: “Quien se fue a Sevilla, perdió su silla“. Hablando de Andalucía, que en medio del escándalo de los ERE no dimite ni el tato, pero luego son los primeros en pedir dimisiones políticas. Y es triste, ¿eh? Que los representantes de los trabajadores, a la hora de la verdad, depuren responsabilidades exactamente igual de mal que los señores a los que culpan de todos los males de la sociedad.

Ayer Tomás Gómez dejó su escaño en el Senado. Estaba totalmente en contra del pacto entre PP y PSOE para elegir al Consejo General del Poder Judicial. Que tiene narices, que no se pongan de acuerdo para asuntos que conciernen, interesan y afectan directa o indirectamente a los ciudadanos, pero que sí lo hagan para elegir a los jueces. “No hay más opción que el consenso”, dicen algunos para defenderse. ¿Y es que acaso hay otras opciones cuando se trata de pactar por los ciudadanos que les han colocado allí?

Gómez dijo que dejaba su escaño por coherencia, porque uno de los jueces que forma parte ahora del pactado CGPJ es el magistrado que se ha hecho cargo de los recursos a la privatización de la Sanidad madriñela, medida a la que Tomás Gómez se opone. Y eso ha despertado respeto hasta en gente de la cual no es santo de su devoción, que puede que apoye a otro partido, pero que por un momento, le hubiera gustado que más políticos se aplicaran el cuento. Y es que si fuera por coherencia, el Congreso se quedaba vacío.

La otra cara de la moneda, es Silvio Berlusconi, que ayer también se fue, pero no voluntariamente, sino expulsado del Senado italiano por haber sido condenado por el Tribunal Supremo a cuatro años por fraude fiscal en el caso Mediaset. Aquí vemos un ejemplo de que, a pesar de la política de pandereta que tenemos en España, siempre puede haber algo peor. Porque Berlusconi es un ejemplo de perpetuación en un cargo público hasta el límite, ya haya escándalos de por medio, fraudes con Hacienda o asuntos más turbios. Y por fin, lo que él definió a su salida como un día de luto para Italia sólo puede resumirse como una acción a favor de la justicia en Italia.

Que se aplique el cuento quien quiera. Pero eh, el escaño ni tocarlo.

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