Y todo a pesar de que la primera parte en Sao Paulo desprestigiase lo que se presupone de una semifinal mundialista. Ni Holanda ni Argentina quisieron asumir el más mínimo error. La máxima transmitida era riesgos cero. En caso de duda, balón atrás, hasta el portero, y a empezar.
El meneo alemán todavía seguía fresco y la tensión se instaló desde el pitido inicial. Ya habría tiempo de anotar. Holanda, experta en marcar en los tramos finales, y Argentina, gandor de todos sus encuentros por la mínima, eran los actores propicios y aburrieron al público hasta la extenuación.
Lo que importa es el resultado y Argentina llega a una ansiada final que tendrá lugar el domingo a partir de las 21 horas en Maracaná y para ello, tuvo que alcanzarla a través de la tanda de penaltis, gracias a los guantes de Sergio Romero, tras 120 minutos de semifinal paupérrima.
Holanda deberá seguir esperando su oportunidad para coser la estrella a su camiseta. Fallaron desde los once metros Vlaar y Sneijder. Van Gaal cede el testigo cayendo en el penúltimo peldaño.