La superioridad de la escuadra de Sergio Scariolo, de Pau Gasol y de Mirotic sobre todo ante un rival carente de pívots de altura, resultó tan nítida que le bastó la segunda parte para definir con la contundencia de la que careció en muchos minutos farragosos de la primera.
La intriga se esfumó cuando los jugadores exteriores españoles se soltaron y se apuntaron a la fiesta. No hubo más historia y de ahí que el único análisis provechoso sea el de la reincidencia del equipo español en esos breves pasajes en las lagunas que ha venido evidenciando en Berlín, con cuya selección se jugará el pase definitivo a octavos de final.