Francia, que tantas veces había maldecido cruzarse con España en los grandes torneos, ha encontrado así por fin su revancha ante un conjunto de Juan Antonio Orenga que volvió a padecer el error que sembraba dudas en sus opciones para la cita eslovena, la falta de resolución en finales ajustados.
Tony Parker, una máquina de anotar todo el duelo (32 puntos), no halló oposición entre los diferentes defensores que trataron de reducirle y España acusó su poca clarividencia en los minutos finales del último cuarto y sobre todo en la prórroga, cinco minutos de agonía en los que no fuimos capaces de ganar. Ahora tenemos que reponernos para ganar el bronce.