Vuelta a la normalidad

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jueves 16 de octubre de 2014, 19:11h

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El equipo blanco, con Benzema en plan estelar, despedaza a una Real que pagó los platos rotos de la última semana

La última semana había sido categóricamente nefasta para los intereses madridistas. Más allá de los puntos perdidos, la imagen tanto futbolística como institucional había quedado maltrecha. La bochornosa actuación del equipo blanco en Villarreal (en todos los sentidos), hacía saltar todas las alarmas en el seno madridista. La visita de la Real al Bernabéu se marcaba como vital, cuando hace tan solo una semana se veía como un mero trámite hacia el título de liga.

Salía con todo el Madrid en el Bernabéu, Benzema e Higuaín incluidos. Sí, están leyendo bien, esos dos delanteros a los que no hace tanto tiempo se les definía cómo incompatibles. Precisamente en una jugada entre estos dos futbolistas llegó el primero del encuentro. Pase del francés para que el argentino defina con un disparo raso rozando la cepa del poste, minuto seis y el Madrid por delante. Un gol en los primeros compases era el mejor tranquilizante para el estado de nerviosismo que se vivía en la casa blanca.

El tiempo pasaba y la Real no se enteraba de la película. Un mano a mano de Agirretxe salvado por Casillas pasado el minuto veinte, fueron las primeras noticias txuri-urdin hasta el momento. El equipo de Montanier, a pesar de introducir una defensa de cinco hombres, no defendió bien en ninguna fase del partido. El pobre Cadamuro tendrá pesadillas esta noche con Cristiano, ya que el crack luso lo superó una y otra vez en cada uno de sus duelos individuales esta noche. Fue el astro portugués el encargado de poner el segundo en el marcador, tras un magistral pase de Kaká. Había marrado dos ocasiones claras anteriormente, pero a la tercera llegó la vencida. Su voracidad goleadora no le permitía fallar más.

Y llegados a este punto, toca admirar al jugador que se erigió como superior a los demás durante todo el partido. Estoy hablando de Karim Benzemá. El tercer gol que marca el francés es pura poesía futbolística. Pase en largo que el galo pincha con el pecho y que finaliza con una sutil vaselina por encima de Bravo. El crack francés es un delantero con alma de mediapunta, sus gestos le delatan. Esa plasticidad con la que realiza cada una de sus acciones hizo que por esta noche, volviera a ver a Zizou sobre el césped del Bernabéu.

El gol de Xabi Prieto no afectó a la fiesta madridista. El equipo blanco volvió a tener eso que le faltó en sus dos últimos encuentros, esa capacidad de no escatimar en goles. Benzema y Ronaldo redondearon la goleada blanca en los primeros minutos del segundo acto. La media hora final no dio para mucho, el triunfo merengue estaba certificado desde esos dos últimos goles. La vuelta de Sahin y un remate de Varane sacado bajo palos fue lo único reseñable. Destacar el partidazo de este último, que en cada una de sus intervenciones, demuestra una templanza y seguridad impropias de un chico de su edad. Si el presente del francés es bueno, imagínense su futuro.

Terminó el encuentro y ninguno de los componentes del equipo madridista, jugadores y cuerpo técnico, quisieron compadecer ante los periodistas. Quizás deberían plantearse dar la cara, dejar de echarle la culpa a los árbitros y jugar siempre como esta noche. Sin embargo, en cuanto haya otro pinchazo, la bomba madridista volverá a estallar. Palabra de Mou.

El protagonista: Benzema. La clase del galo bastó para arrollar a la zaga realista. Cuando juega con un punta que fija a la defensa, tiene vía libre para expandir su talento. Y su talento es inagotable.

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