Fue un partido brillante, en el que Federer carburó hasta la última gota de gasolina que le queda a su cuerpo, cargado con 34 años y 17 títulos de Grand Slam.
Es el jugador más viejo que llega a una final del US Open desde Andre Agassi, en 2005. Entonces, su verdugo fue el propio Federer y ahora, como ayer, el título ha caído del lado del más joven, Novak Djokovic, un tenista intratable en puro estado de gracia.