Increíble. Agónica. Emocionante. No hay adjetivos para poder calificar lo que hemos vivido esta tarde en el Huamark Stadium. Aunque La Roja no pudo superar a la “canarinha”, los pupilos de Venancio sí que se pueden ir con la cabeza bien alta y orgullosos del torneo que han realizado.
Comenzaba a rodar el balón en Tailandia y tras unos breves instantes de tanteo, España empezó a desplegar su juego. Una defensa en todo el campo, asfixiante y agresiva, imposibilitaba las combinaciones brasileñas, que veían como se embotellaban en la portería de Tiago.
Por otro lado, Fernandao personificaba el ataque español con grandes actuaciones de pívot, donde tuvo su oportunidad más clara, pero no iba a ser tan fácil y Vinicius salvó bajo palos.
España, con un estilo alegre y armonioso, plasmaba la antítesis del juego brasileiro, un fútbol de ráfagas e impreciso. No era Brasil. Hasta tal punto llegó el dominio de España que solamente podían ser dominados, o más bien sodomizados, mediante el juego sucio, como fue la brutal entrada Jé a Lozano, ni siquiera sancionada con falta.
Las artes marciales de los futuros pentacampeones mundiales no asustaron a los españoles, que continuaron el despliegue de su estilo, el toque y el pase al hueco, pero que no fructificaba con el ansioso deseo del gol, producto que a punto estuvo de proporcionar Fernandao con un precioso tacón que engañó a medio estadio y medio mundo, pero se fue desviado. No le sonreía la fortuna a los españoles en la definición de las jugadas.
La excelente defensa desplegada por España provocó la mella en el rendimiento de sus jugadores, aprovechándolo Neto y compañía. Fue el propio Neto el que rompió el sentido del juego y perforó las mallas de Juanjo con un potente chut. No se lo podía el equipo de Venancio. Era injusto.
Pero el fútbol es comprensivo y los quiso premiar. La avalancha de oportunidades supuso el empate gracias a Torras, que recogió el rechace de Tiago. Era el principio de los trágicos minutos que iban a vivir los sudamericanos. Ortiz asistía a Aicardo que chutaba con más voluntad que fuerza, colándose en la portería de Tiago y desatando la locura entre los aficionados españoles. Pero una final como esta no podía acabar tan pronto.
Brasil, con Falcao y el portero-jugador, se volcó en ataque. Si Brasil está plagada de estrellas, Falcao es de otra galaxia. Otra vez fue decisivo gracias a un chut medido por la mismísima escuadra de Juanjo. España no puso el punto y final en una ocasión al larguero de Torras, y los brasileños pusieron los suspensivos en forma de prórroga.
El duelo se tornó intenso, con una España mermada por las faltas y amenazada por el doble penalti, y una Brasil que podía dar carpetazo al partido en cualquier momento. Debido a la acumulación de faltas, Juanjo tuvo que detener la pena lanzada por Rodrigo a minuto y medio del final, dando esperanza a su equipo. Sin embargo, a Brasil le sonrieron las estrellas plasmadas en su pecho, y por medio de Neto fusiló a Juanjo para dar el quinto entorchado a Brasil.
Si (
No(
