Las pruebas con los drones se realizaron en las fincas privadas de la provincia de KwaZulú Natal (Suráfrica), en agosto de 2012, y las conclusiones del estudio se publicarán en el próximo número de la revista Plos One.
Durante la investigación, los científicos utilizaron estos aviones con tres fines: controlar a la población de rinocerontes de la zona, vigilar a las personas que se acercaban a ellos y monitorizar las vallas por las que los furtivos entran al parque.
"Las naves, de menos de dos metros de envergadura y poco peso, son de fácil manejo y sólo necesitan una pequeña zona libre de vegetación para despegar y aterrizar, con lo que su despliegue puede ser casi inmediato", ha explicado a Efe, Margarita Mulero-Pázmány, investigadora de la Estación Biológica de Doñana del CSIC.
Además, son aparatos con un coste económico "bastante razonable" y que, al ser eléctricos, pueden ser utilizados sin molestar a la fauna local y sin que los furtivos los detecten.
Para el estudio, estos aviones, que tienen una autonomía de vuelo de cuarenta minutos y un rango de trabajo de 15 kilómetros, fueron equipados con cámaras fotográficas y vídeos en alta resolución, y una cámara de vídeo de infrarrojos para grabaciones nocturnas.